recibido: 02.04.2020 / aceptado: 27.04.2020

Tendencia y narrativas de fact-checking en Twitter. Códigos de verificación y fake news en los disturbios del Procés (14-O)

Trend and fact-checking narratives on Twitter. Verification codes and fake news in the Procés riots (14-O)

Concha Pérez-Curiel
Universidad de Sevilla

Ana María Velasco-Molpeceres
Universidad de Valladolid

Referencia de este artículo

Pérez-Curiel, Concha; Velasco-Molpeceres, Ana María (2020). Tendencia y narrativas de fact-checking en Twitter. Códigos de verificación y fake news en los disturbios del Procés (14-O). En adComunica. Revista Científica del Estrategias, Tendencias e Innovación en Comunicación, nº20, Castellón: Universitat Jaume I, 95-122. DOI: http://dx.doi.org/10.6035/2174-0992.2020.20.5.

Palabras clave

Fact-checking; fake news; disturbios; Cataluña; activismo; usuarios digitales

Keywords

Fact-checking; Fake News; Riots; Catalonia; Activism; Digital users

Resumen

Un entorno digital dominado por la inteligencia artificial, la influencia de los líderes políticos, el activismo de las audiencias y la eclosión de desinformación y fake news definen los códigos de la agenda. Se dibuja además un escenario en el que el papel de las agencias de fact-checking como propulsoras o detractoras de lo fake está cuestionado. En un contexto marcado por la convocatoria continuada de elecciones generales en España y por el conflicto de la Independencia de Cataluña se publica la Sentencia del Tribunal Supremo sobre los juicios del Procés (14-O). Una cadena de movilizaciones ciudadanas inunda la red. El objetivo general del estudio es conocer en Twitter las fake news sobre los disturbios catalanes, las estrategias de verificación en las agencias seleccionadas (@malditobulo, @Newtral y @veri_fi_cat), el nivel de impacto y la reacción de los públicos. Aplicamos una metodología triangular de análisis de contenido comparado y sobre una muestra general de tweets (n1=4500) se analiza el tratamiento de los bulos detectados por los fact-checkers (n2=62). Los resultados confirman que la autoría de las noticias falsas corresponde a cuentas de particulares y que las estrategias de fact-checking pueden favorecer más la viralización que el desmentido.

Abstract

In a digital environment dominated by artificial intelligence, the influence of political leaders and audience activism, the emergence of misinformation and fake news define the agenda codes. A scenario in which the role of fact-checking agencies as propellers or detractors of the fake is also questioned. In a context defined by the continued general elections in Spain and the conflict of the independence of Catalonia, the Supreme Court Judgment on the trials of Procés (14-O) is known. A chain of citizen mobilizations floods the network. The general objective of the study is to know on Twitter the fake news about the Catalan riots, verification strategies and the level of impact and reaction of the public. We apply a triangular methodology of comparative content analysis and on a sample of tweets (n1=4500) we analyze the treatment of the hoaxes detected by the fact-checkers (n2=62). The results confirm that the authorship of the false news corresponds to accounts of individuals and that the strategies of fact-checking can favor the viralization more than the denial.

Autoras

Concha Pérez Curiel es profesora de Periodismo Político en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla. Pertenece al grupo de investigación Communication & Social Sciences (SEJ-619). Es directora de másteres de Comunicación Institucional y Política y Comunicación y Marketing de Moda. Ha realizado estancias de investigación en universidades como Central Saint Martins (UK), Sacro Cuore y E-Campus (Italia).

Ana María Velasco Molpeceres es profesora de la Universidad de Valladolid. Doctora en Comunicación, es licenciada en Periodismo (UVa) y Graduada en Historia del Arte y en Geografía e Historia (UNED). También ha trabajado como periodista y es autora de numerosas investigaciones, en el seno de grupos financiados, publicadas en revistas de impacto. Investiga sobre periodismo, comunicación, género, moda e identidad.

1. Introducción

La oportunidad que las nuevas infraestructuras tecnológicas brindan a la sociedad en red acaba por convertirse en amenaza en un contexto marcado por la invasión de fake news. El impacto social de la desinformación incrementa el escenario de la ubicuidad comunicativa (Vázquez Herrero; Vizoso y López García, 2019). Estructuras políticas, económicas y mediáticas sucumben a Internet, donde la mentira distribuida masivamente se convierte no sólo en una normalidad sino también en un arma, muy potente, de propaganda (Journell, 2017). Autores como McNair (2018) sitúan el fenómeno en el contexto del auge de los populismos y los nacionalismos y en el desprestigio de las élites y los medios de comunicación. La radiografía incorpora además a una audiencia activa y experta en la viralización de lo fake, gracias a mecanismos que resisten los filtros y el control de las desinformaciones (Powers y Kounalakis, 2017).

Esto hace que se disparen las alarmas ante una situación fuera de control y que organismos internacionales promuevan iniciativas y estrategias contra la desinformación (Coromina y Padilla, 2018). Convertidos en altavoces y portadores de bulos y rumores, los propios medios sociales en general, pero sobre todo Facebook y Twitter, reconocen la falta de fiabilidad en los contenidos que difunden, una amenaza para su propia existencia y su interés comercial (López-Borrull; Vives Gracia y Badell, 2018).

En esta disyuntiva se enmarca una investigación que focaliza la atención, por un lado, en el papel de Twitter en cuanto a la transmisión de fake news y su autoría. En esta línea, se analiza la presencia de políticos, usuarios y medios, como víctimas o posible antídoto frente al desorden informativo (Del-Fresno-García, 2019; Mazaira-Castro, Rúas-Araújo y Puentes-Rivera, 2019). En paralelo, se comprueba el incremento y la actividad del número de colectivos y agencias especializadas en fact-checking, que ponen en marcha iniciativas propias para combatir la desinformación. Por otro lado, importan las nuevas vías de participación de las audiencias (ciudadanía digital) en la construcción de una agenda de conflicto (Paulussen et al., 2007; Pérez-Curiel, Jiménez-Marín y García Medina, 2020), lo que incorpora nuevas voces mediatizadas y abre desafíos en la producción y verificación de la información.

En un contexto social marcado por los disturbios posteriores al pronunciamiento de la sentencia del Procés de Cataluña (14-O), la invasión de noticias falsas y de bulos es el denominador común de las redes sociales.

1.1. Algoritmos de desinformación y fake news. Redefinición en las nuevas narrativas

La posverdad, seno de la mentira y la desinformación invade las sociedades democráticas occidentales, sin casi posibilidad de combatirla, en estrecha relación con las fake news, la tecnología y sobre todo la política (Keyes, 2004; Alterman, 2004). Twitter no es ajeno a esta ceremonia de la confusión (Rodríguez-Ferrandiz, 2019). Estudios publicados sobre esta red señalan que las informaciones falsas se difunden “más lejos, más rápido y de forma más amplia” que las verdaderas en todas las categorías de información (Vosoughi, Roy y Aral, 2018). El mismo estudio confirma que los mensajes fake reciben un 70% más de retweets y que su éxito se debe a que provocan respuestas de «temor, indignación y sorpresa», debido a que los falsos rumores son «más novedosos que la verdad» (De-Keersmaecker y Roets, 2017). Así hay argumentos para definirlos como herramientas que favorecen una retórica de la persuasión y modelos de discursos propagandísticos (Mancera Rueda y Helfrich, 2014). Se produce una eclosión de noticias falsas que han empoderado las políticas antidemocráticas y que igualan al número de noticias profesionales de medios acreditados (Howard, Wooley y Calo, 2018). La implosión de la inteligencia artificial en el discurso digital refleja la desprotección de políticos, usuarios y periodistas ante la difusión de fake news y la incapacidad de competir contra la producción de contenidos manipuladores, generados de forma automática, instantáneos, siempre operativos, personalizados y en tiempo real (Chessen, 2017).

Pero, el debate de la mentira ha dominado etapas previas a la posmodernidad. La propagación de noticias sobre hechos no contrastados, publicados sin registros de verificación no es novedad y ha acompañado el ejercicio del periodismo desde sus orígenes (Schudson y Zelizer 2017). Un efecto que además ha influido en las audiencias sociales que, a su vez, generan nuevas formas de comunicación y un activismo, favorecido por la inmediatez del actual ciclo de producción de noticias en redes como Twitter (Aguirre-Nieto y Zeta del Pozo, 2017; Letamendia, 2018; Clua i Fainé, 2014), cuya instantaneidad atrae a los usuarios y los involucra en la reproducción viral del mensaje. De este modo se instala una amplia tipología de lo fake (Rochlin, 2017) y sitios webs de baja confianza (Borrull et al., 2018).El denominador común de toda la tipología responde a informaciones abiertamente falsas, sin fundamento en hechos verídicos y que pueden ser refutadas mediante mecanismos de verificación básicos (Bounegru et al., 2017). Sin embargo, la dicotomía se plantea en la dificultad para localizar el origen del bulo y la desinformación y preparar un antídoto capaz de intervenir la acción de la fuente ante la metástasis de la red.

1.2. Fact-checkers del periodismo en red. Tendencia y códigos de fiabilidad de fuentes

La nueva narrativa digital conlleva la intervención de nuevos actores, no siempre relacionados con protagonistas del mundo empresarial y político. El público ahora es editor de su propia información, y de su propia desinformación (Niño-González; Barquero-Cabrero y García-García, 2017). Las cuentas de usuarios particulares (macro y micro influencers) se han convertido en focos mediatizados de control, selección y tratamiento de la información. A su vez, las empresas mediáticas se afanan en la búsqueda de contenidos con titulares que llamen la atención y provoquen un clickbait. Esta tendencia aleja al público de las hard news y favorece la difusión de rumores (Chen, Conroy y Rubin, 2015).

Desde la aparición de Snopes.com (1995), primera web especializada en fact-checking (Graves, 2016) han proliferado iniciativas y proyectos que, de forma independiente (Manfredi Sánchez y Artero, 2014) o asociada a medios consolidados, han diseñado estrategias de verificación de la información (Cherubini y Graves, 2016).

Los procesos de verificación se convierten en una apuesta periodística (Marcos-Recio; Sánchez Vigil y Olivera Zaldua, 2017), con herramientas específicas (Amazeen, 2017; Boididou et al., 2018). Sin embargo, la denuncia de noticias falsas a través del fact-checking no siempre alcanza el impacto y la notoriedad que provoca la noticia original (Tuñón-Navarro, Bouza-García y Carral-Vilar 2019). En España son múltiples los proyectos de fact-ckecking activados desde medios de comunicación, que han motivado la aparición de agencias periodísticas independientes, dedicadas en exclusiva a la verificación de datos, como la pionera Miniver (2006) y otras de creación más reciente como Maldita Hemeroteca (2013) y Maldito Bulo (2015), dirigidas a desenmascarar los errores, mentiras e inexactitudes de redes y medios (Ufarte Ruíz y Murcia Verdú, 2018). No obstante, a veces se provoca el efecto contrario y estos procedimientos contribuyen a ampliar la desinformación y la revitalización de la mentira ante la indefensión, pasividad o alianza de las propias audiencias (Coromina y Padilla, 2018).

2. Metodología

En el marco general del Procés de Cataluña y en el caso concreto de los disturbios provocados a raíz de la publicación de la Sentencia condenatoria de los políticos encarcelados (14-O) tras la convocatoria del referéndum de autodeterminación (Hernández Santaolalla; Sola Morales, 2019), se constata en las redes sociales, especialmente en Twitter, el incremento de mensajes e informaciones de distintas fuentes, procedentes del ámbito político, mediático y público, que determinadas empresas periodísticas especializadas en fact-checking (Maldito Bulo, Newtral y Verificat) definen como fake news y ejes de desinformación.

En esta disyuntiva, se plantean los siguientes objetivos:

En la medida en que se puedan alcanzar estos fines se podrá corroborar una primera hipótesis relativa al protagonismo de los usuarios particulares en la producción y difusión de fake news en Twitter, por delante de otras fuentes (H1) y una segunda premisa que cuestiona si la función de las agencias de factchecking favorece más la propagación del fake que el desmentido. (H2).

2.1. Indicadores de contexto

Los acontecimientos relacionados con la independencia, los desencuentros políticos entre el Gobierno Central y las autonomías y las movilizaciones sociales (Colomer, 2018) forman parte de la historia pasada y reciente de Cataluña. Pero el secesionismo se hace más visceral desde la crisis de 2012, llegando a su cénit en el referéndum del 1 de octubre de 2017 (Carrasco-Polaino; Villar-Cirujano y Tejedor-Fuentes, 2018). El proceso de independencia cobra si cabe más fuerza en un contexto de mediatización y digitalización nunca antes contemplado, ampliándose con la aplicación del 155 y culminando con la sentencia condenatoria del juicio del Procés (14-O) que da lugar a revueltas y disturbios, ampliamente cubiertos por medios y redes.

En este punto, la investigación contempla el análisis de los bulos difundidos en Twitter, previamente considerados como tales por agencias expertas en fact-checking, que permita discernir sobre los niveles de desinformación alcanzados en la red, así como sobre el papel de actores políticos, audiencias y medios, como emisores y receptores de fake news. El caso de estudio focalizado en los disturbios catalanes reúne características que, a priori lo convierten en un encuadre clave para propagar narrativas y estrategias en favor de lo fake, dada la polarización de posturas, la visualización en las plataformas digitales y el interés mediático.

Surgen entonces las siguientes preguntas de investigación:

PR1. ¿Son las fake news un rasgo propio de los mensajes publicados en Twitter sobre los disturbios en Cataluña?

PR2. ¿Qué estrategias aplican los fact-checkers para informar a los usuarios sobre los mensajes falsos y cómo responden los públicos ante los desmentidos?

PR3. ¿En qué medida las agencias de fact-checking potencian la localización y el desmentido de bulos y fuentes fake en la red?

La confluencia de las tres premisas y un estudio aplicado a descubrir los bulos, definir sus rasgos y medir el nivel de impacto en la audiencia social requiere de una metodología de análisis de contenido (Wimmer y Dominik, 1996; Krippendorff, 2004; Flick, 2004) de enfoque comparado (Hallin y Mancini, 2004) y estructura triangular (cuantificación, cualificación y discursividad).

2.2. Indicadores Muestrales

Sobre una muestra total de tweets publicados sobre temas relacionados con la sentencia condenatoria del Tribunal Supremo (n1= 4500), se acota una muestra específica (n2=62) centrada en los mensajes sobre disturbios que las agencias de fact-checking seleccionadas han categorizado como bulos y fake news. El muestreo abarca desde la semana previa la publicación de la sentencia (7 de octubre) hasta el día posterior a la celebración de las elecciones generales (11 de noviembre).

Los criterios definidos para fijar la muestra responden al interés público y mediático suscitado antes de conocerse la decisión judicial y a los posibles efectos en la campaña electoral previa a las elecciones generales (10-N). A su vez, la selección de empresas de verificación (Maldito Bulo, Newtral y Verificat) obedece a la actividad continuada en las redes sociales como sistemas de control de la información y a su vinculación al ámbito periodístico.

El análisis se focaliza en Twitter dadas las ventajas que presenta para la comunicación política en campañas electorales (Arceneaux y Weiss, 2010; Jackson y Lilleker, 2011) y a que se configura como la plataforma que mayor número de bulos detecta sobre el tema de las movilizaciones postsentencia, frente a Facebook o Instagram.

Una limitación inherente a la muestra se presenta partir del supuesto de que no todas las desinformaciones que circulan por la red fueron detectadas o contrastadas con garantía de fiabilidad; a ello se suman aquellas informaciones no fiables que pueden ser eliminadas por usuarios y medios de comunicación cuando tienen indicios de que se trata de una falacia.

2.3. Indicadores de análisis y categorización triangulada

El diseño de la ficha de variables corresponde a una estructura de triple enfoque: cuantitativo (número de tweets y métricas), cualitativo (temáticas) y discursivo (recursos del lenguaje y la propaganda) aplicada a los tweets que las agencias de fact-checking han destapado como bulos en sus cuentas de Twitter y han provocado la reacción de las fuentes.

Para el análisis específico de las unidades de desinformación (62) y atendiendo a modelos metodológicos basados en el análisis de contenido (Coromina y Padilla, 2018), se diseña una tabla de categorización descriptiva dirigida a conocer los rasgos de los mensajes falsos localizados por las agencias periodísticas de fact-checking. En el cómputo de fake news se han descartado otros mensajes no considerados como bulos, en orden a los criterios establecidos, así como aquellos no catalogados que hayan podido ser eliminados por las fuentes. El programa estadístico elegido para el procesamiento de datos relacionados con las categorías definidas es el IBM SPSS Statistics, Versión 24. Los tweets fueron descargados a través de T-Hoerder17, que trabaja con una metodología denominada t-hoarder_kit, una evolución de la plataforma t-hoarder (Congosto, Basanta-Val y Sanchez-Fernandez, 2017) y consiste en un conjunto de recursos con software de código abierto que permiten tanto la descarga como el procesamiento de la información de Twitter para facilitar el uso de herramientas de análisis y la visualización en redes. La fiabilidad de los intercodificadores se ha calculado con la fórmula Pi de Scott, alcanzando un nivel de error de 0,98.

El análisis de las unidades de desinformación difundidas por los fact-checkers confirmará qué códigos y funciones integran los mensajes seleccionados, qué tratamiento reciben en las cuentas de las agencias y qué nivel de reacción o respuesta alcanzan por parte de los públicos, ya sean usuarios particulares o representantes del ámbito político o mediático.

3. Análisis de resultados

En orden a estructurar los resultados obtenidos a partir del análisis de las tablas y gráficos que proporciona el programa SPSS, se establecen bloques de resultados diferenciados por códigos numéricos (datos cuantitativos), temáticos (datos cualitativos) y de lenguaje (datos discursivos). Se trata de bloques que integran variables independientes y a su vez interrelacionadas para explicar el procedimiento seguido por las agencias de fact-checkers en Twitter con respecto a los disturbios provocados tras la sentencia.

3.1. Explotación de datos cuantitativa.

Engloba las variables numéricas, relacionadas con las métricas (número de tweets, likes, retweets y comentarios) computados en las cuentas de Twitter de las tres plataformas objeto de estudio: Maldito Bulo, Newtral y Verificat.

La lectura indica que, del total de 62 tweets publicados, la mayoría (49) corresponden a Maldito Bulo, con una diferencia significativa respecto a Newtral (9) y Verificat (4), un factor que también se hace extensible al número de seguidores y métricas alcanzadas por cada plataforma. Es preciso señalar que @malditobulo nace en enero de 2017 de la mano del proyecto Maldita que también integra a Maldita Hemeroteca, Maldito Dato, Maldita Ciencia y Maldito Deporte y, por tanto, cuenta con una trayectoria más amplia que la de Newtral (2018) y Verificat (2019).

Con objeto de relacionar el número de seguidores con el efecto de respuesta usuaria en la red y de comprobar los niveles de interacción y el tono positivo (valencia 1) y negativo (valencia 2) de los mensajes comentados, se diseña la tabla 5.

Destacan, por un lado, los porcentajes alcanzados en los tres casos por aquellos comentarios que mediante el uso de menciones, hashtags o etiquetas valoran las advertencias de las agencias, denuncian a los autores y colaboran en la difusión del desmentido (valencia positiva) o, por el contrario, muestran su desacuerdo y ponen en cuestión la información (valencia negativa). Destacan los comentarios con un tono positivo en las tres agencias, frente a índices inferiores de tono negativo.

Otro índice porcentual a tener en cuenta hace referencia a las respuestas de los fact-checkers ante los comentarios de los seguidores. Es evidente la ausencia de bidireccionalidad, un fenómeno que se agudiza en proporción al número de seguidores y de comentarios. Verificat consigue los porcentajes máximos de interacción con el usuario (4% del total) frente al resto de empresas. En definitiva, la unidireccionalidad y la no respuesta de la fuente (agencias) no es directamente proporcional a la participación de los usuarios ni tampoco a la actitud positiva con la que responden al mensaje.

La investigación tiene además como objetivo cuantificar el porcentaje de noticias falsas que se publicaron específicamente sobre disturbios durante el periodo muestral establecido.

Como reflejan los datos de la gráfica 1, las fake de disturbios (69,35%) superan al resto de noticias (30,65%) relacionadas con la sentencia. Los resultados corroboran la hipótesis de que desde las redes sociales se generó un incremento del número de falacias, rumores y bulos focalizados en las movilizaciones ciudadanas, que pudieron alterar la realidad de los acontecimientos. Twitter y páginas webs de medios de comunicación dedicaron un espacio prioritario a información vinculada con la sentencia, aunque los disturbios alcanzaron las máximas cotas de difusión.

3.2. Explotación de datos cualitativos

En la fase de cualificación, la temática es el denominador común de las variables analizadas. Como contemplan investigaciones previas (Coromina y Padilla, 2018; Del-Fresno-García, 2019; Hernández-Santaolalla y Sola-Morales, 2019) las movilizaciones públicas favorecen la producción de fake news mediante la reproducción de imágenes protagonizadas por fuentes anónimas o situadas en otros contextos. Se trata de mensajes, a priori difíciles de comprobar, de pequeño formato y corta duración, que favorecen la viralidad, al estar relacionadas con situaciones de conflicto y violencia (policial y ciudadana).

Una característica de los bulos publicados es la no correspondencia de los hechos con el texto (50%) ni con el lugar (19,4%) o el tiempo (14,5%) donde acontecen. En esta línea, el montaje audiovisual se convierte en una estrategia del autor del bulo y es un rasgo sobre el que las agencias de fact-checking advierten utilizando subrayados, colores y otros distintivos de aviso.

La tabla de contingencia (tabla 7) permite relacionar la temática con la autoría del fake, un factor clave para determinar qué focos de interés protagonizan los disturbios y qué tipo de fuente (institucional, política, mediática o pública) producen, propagan y comparten la información. Frente a la marca disturbios otros temas relacionados con la Sentencia del Procés (de índole política, judicial o editorial) no alcanzan porcentajes representativos en los bulos.

El conflicto político y social (confrontación del Gobierno Central y la Generalitat, independentismo, constitucionalismo, aplicación del 155, huida de Puigdemont, políticos encarcelados, actuación judicial o salida de empresas de Cataluña) se convierte en el denominador común del Procés (Pérez Curiel y García Gordillo, 2018), dibujando una radiografía que alcanza cotas máximas a partir de la publicación de la sentencia. Las sanciones del Tribunal Supremo provocan incidentes entre las fuerzas de seguridad (18/62) y los CDR (14/62) y también afectan a las instituciones políticas (9/62), a las empresas (6/62), a los servicios públicos y a la ciudadanía (3/62). Son los incidentes con las fuerzas de seguridad el tema que concentra mayor índice de bulos, recurriendo a montaje de imágenes y a la descontextualización espacio-temporal. Es importante señalar que no consta ningún caso de líderes políticos como autores o propulsores de fake news sobre los disturbios, aunque sí han sido objeto de mención en algunos de los casos analizados (6/62). Por último, destaca el protagonismo de los medios (9,68%) como promotores de desinformación, lo que no concuerda con su definición como canales de información veraz y de responsabilidad social (Tabla 6).

En cuanto a la autoría del bulo, más del 80% corresponde a cuentas de usuarios particulares de Twitter frente a otros actores sociales (Gráfica 2).

El protagonismo de los usuarios particulares como autores de bulos es seña de identidad de los tweets analizados, una dinámica que se enfatiza con los recursos que proporcionan las redes (hashtags, enlaces, menciones, imágenes, vídeos y emoticonos, entre otros). A partir de códigos de frecuencia del programa estadístico se han generado todos los hashtags publicados durante la fecha de muestreo (ver gráfica 3).

Se trata de recursos que refuerzan por una parte los temas y por otra a los actores implicados. Cabe mencionar que la mayoría están vinculados al independentismo (#CatalunyaSinControlAR (20%), #TsunamiDemocratic (13,33%) y #SpainIsAFascistState, (10%). Los hashtags más neutros como #SentenciaProces (6,67%) o #Catalunya (3,33%) fueron poco usados, lo que permite definir el hashtag como un micromensaje ideológico dentro de un bulo previamente ideologizado. Es destacable mencionar que o bien los unionistas difundieron menos fake news sobre Cataluña que los independentistas o que sus hashtags fueron menos usados (#155YA o #CataloniaIsAFascistState aparecen un 3,33% cada uno). El signo de conflicto y confrontación va imbricado a alguno de los hashtags (#155YA, #MarxesXLibertad, #CatalunaSinControlAR o #SpanishAFascistState), al igual que también es una marca de los mensajes fakes publicados.

En cuanto al papel de los medios de comunicación en la cobertura de bulos, la investigación se ciñe específicamente al ámbito de la prensa, con el objetivo de comprobar cómo se traslada a los periódicos, ya sea en portada o en páginas interiores. En este sentido, no sólo importa si el medio cubre o no el bulo sino también los comentarios que generan los usuarios ante estas publicaciones.

Los resultados (Gráfica 4) confirman que de toda la prensa de ámbito nacional (El País, Público, Libertad Digital y The Patriota) y catalán (La Vanguardia y Nació Digital) que ha difundido bulos sobre los disturbios en Cataluña, son El País (65%) y Nació Digital (57%), los periódicos que alcanzan niveles máximos de cobertura de desinformación. También se comprueba que, en ambos casos, cuando el bulo se localiza, bien porque las agencias de fact-checkers denuncian, bien porque se aplican los criterios periodísticos de contraste y verificación, la noticia fake desaparece de la página principal en la que ha sido publicada. Por tanto, este hecho puede ser una limitación para conocer el número real de noticias fakes sobre disturbios publicadas por los periódicos en la franja muestral definida.

Por otro lado, la instantaneidad y velocidad de circulación de las noticias en la red provoca consecuencias dado el índice elevado de participación de los seguidores y las comunidades de fan en Twitter. La lectura (Gráfica 5) muestra de nuevo que el mayor número de comentarios emitidos por las audiencias se registran en estos dos periódicos (El País y Nació Digital), con niveles de respuesta usuaria que superan los 300 comentarios. En esta comparativa es clave tener en cuenta la desproporcionalidad de ambos en cuanto al número de seguidores (195,8 mil/7,2 millones), lo que se traduce en una actividad más elevada de los followers del diario catalán y la confirmación de la teoría de la proximidad como pilar básico de interés de la noticia. Por otra parte, procede señalar la alta participación y número de comentarios de los lectores de Libertad Digital en oposición a los de The Patriota, a pesar de la similitud de su línea ideológica. Igualmente, es reseñable la falta de respuesta de los seguidores del diario Público respecto a los bulos. La única excepción a esta dinámica de penetración de los bulos en los periódicos digitales analizados es El Mundo que no publicó ninguna de las fake news estudiadas, un dato especialmente relevante teniendo en cuenta que además es el segundo diario en seguidores (3,4 millones de followers en Twitter).

Una conclusión que afecta a toda la prensa analizada y que requiere de indagación es la falta de interacción con las audiencias (0% de respuesta a los comentarios de los usuarios), lo que incide en la unidireccionalidad del discurso de los medios tradicionales y digitales, a diferencia de la actividad entre particulares que se enriquece con el debate.

3.3. Explotación de datos discursivos

El bloque sobre discursividad cierra la estructura de triangulación de la investigación. La discursividad hace referencia a las variables relativas a la retórica del lenguaje, especialmente el de las falacias, como recurso vinculado al discurso de la persuasión y la propaganda. Además de quién firma el bulo (autoría) o de qué trata (temática) conocer el uso del lenguaje es clave en la localización de la desinformación. La selección de capturas de tweets refleja la prioridad de conflicto y la intencionalidad discursiva.

La falacia y la propaganda ocupan un lugar protagonista, se afirma o se niega, se alaba o se acusa sin obligación de justificar (Nocetti, 1990; Van Dijk, 2015). Se trata de recursos que a través de los textos e imágenes publicados en Twitter inciden en las emociones y animan a los públicos a compartir su contenido (Boczkowski, 2016).

En los mensajes publicados como bulos por las tres agencias se localizan figuras propias del discurso (Nocetti, 1990) que enfatizan la confrontación entre las partes (fuerzas de seguridad, asociaciones ciudadanas, CDR, instituciones políticas y empresariales) y en algunos casos, la posición ideológica de los autores del bulo ante los disturbios. La selección de capturas de tweets refleja la prioridad de ataque y la intencionalidad discursiva.

Como revelan los resultados (Tabla 8) los bulos publicados por las tres agencias en sus cuentas de Twitter condensan recursos del lenguaje fake que están asociados tanto al texto como al contenido audiovisual que lo refuerza (imagen o vídeo). Estrategias como la selección de la información (14,5%, valor máximo en Maldito Bulo), la apelación a la ignorancia (14,4%, valor máximo en Verificat), la apelación a la emoción (14,4%, valor máximo en Verificat) o el equívoco (16,2%, valor máximo en Newtral) alcanzan los porcentajes más significativos. Maldito bulo es la agencia que condensa mayor número de falacias en los mensajes publicados frente al resto, teniendo en cuenta que es también la que cuenta con más seguidores y la que publica más bulos.

En orden al principio de causalidad, si la mayoría de los bulos corresponden a particulares (Gráfica 2), podría derivarse que el uso del discurso falaz también tiene como protagonista a los usuarios de cuentas particulares frente a la de medios de comunicación u otras fuentes. Otro tipo de recursos que alcanzan porcentajes referentes son el uso de etiquetas (13,2%, valor máximo en Maldito Bulo) y los estereotipos (9,4%, valor máximo en Maldito Bulo).

El objetivo de seleccionar, confundir, emocionar, etiquetar o apelar a la ignorancia del otro es un denominador común en todos los mensajes analizados.

En este sentido, las agencias, cuando denuncian los bulos, señalan más la forma (colores, letras mayúsculas, advertencias, marcas sobreimpresas, etc.), como se puede ver en las figuras 1-4, que el fondo (explicar por qué el mensaje es engañoso, cómo se ha producido la manipulación o qué alcance ha tenido y cuáles pueden ser sus repercusiones, así como quién puede estar interesado en promover ese fake). En esta línea, las agencias limitan su función a la localización del bulo en el texto o la imagen y, en menor grado a la explicación del desmentido, incorporando un texto añadido. No se localizan análisis o comentarios dirigidos a las audiencias sobre las marcas referidas de falacia y propaganda.

4. Conclusiones

El análisis de las características de los mensajes falsos publicados por las agencias de fact-checkers en Twitter en el marco de los disturbios de Cataluña, tras la publicación de la sentencia del Procés (14-O), conduce a conclusiones que se estructuran en orden a los objetivos e hipótesis establecidos:

-La desinformación y generación de fake news es un rasgo común de las redes sociales y particularmente de Twitter. Los algoritmos de instantaneidad y viralización de los contenidos, la ventaja o el inconveniente del anonimato de la fuente y la imposibilidad de verificar a tiempo un mensaje compartido por miles de usuarios favorece un escenario óptimo para la difusión de bulos y falacias (Chessen, 2017; De-Keersmaecker y Roets, 2017; Vosoughi et al., 2018; Rodríguez-Ferrándiz, 2019)

-El conflicto y la confrontación de las partes, rasgos propios del entorno catalán investigado (Clua i Fainé, 2014; Coromina y Padilla, 2018; Hernández-Santaolalla y Sola-Morales, 2019), incrementa la posibilidad de creación de fake news y de influencia sobre los distintos actores de la red (políticos, medios y ciudadanos). En el caso de estudio, los disturbios y movilizaciones postsentencia generaron un aumento de tweets falsos, con temática de conflicto, no acordes con la realidad de los hechos.

-El papel protagonista de los usuarios con cuentas particulares en Twitter como autores y prosumidores de fake news se corrobora. La autoría y firma de los bulos sobre disturbios recae en ciudadanos, identificados o no, con influencia sobre otros públicos, que con likes, retweets y comentarios, reproducen la falacia y el descontrol informativo.

-Los bulos sobre los disturbios en Cataluña se reproducen también en la prensa de ámbito nacional y autonómico, aunque se detecta la eliminación de la noticia falsa a posteriori, lo que podría responder a un proceso de verificación y contraste de las agencias o del propio medio.

-La unidireccionalidad del mensaje y la falta de respuesta a los comentarios de los usuarios es una característica que comparten los usuarios de las cuentas particulares así como los medios de comunicación.

-Los bulos publicados por las agencias contienen marcas del lenguaje de la propaganda y la falacia. Predominan aquellos que inciden en la selección de la información, el equívoco o la apelación a la ignorancia y las emociones. No existe un ejercicio por parte de las agencias que ayude a localizar estas marcas, más allá de un subrayado formal o de un texto adicional que no se rige por los códigos de contraste propios de la información periodística.

En definitiva, la cantidad de comentarios que genera la difusión del bulo en la red y en los medios junto con la urgencia de un análisis más profundo y crítico de los expertos de fact-checking, plantea una disyuntiva sobre el rol de las agencias de verificación y sobre si su cometido favorece la propagación o el desmentido.

Futuras investigaciones sobre fake news, fact-checking y procesos de verificación de las nuevas narrativas digitales, sumadas a estudios científicos previos (Keyes, 2004; Cherubini y Graves, 2016; Pérez-Curiel y García-Gordillo, 2018), podrían introducir un replanteamiento de la función del fact-checker, no sólo relacionada con la denuncia del bulo sino también con el ejercicio de la responsabilidad, transparencia y la calidad periodística, una cuestión que requiere la necesaria connivencia con los medios.

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