Signos y símbolos urbanos.
Una lectura lingüístico-semiótica

José María Bernardo Paniagua
Universitat de València

Referencia de este artículo

Bernardo Paniagua, José María (2018). Signos y símbolos urbanos. Una lectura lingüístico-semiótica. En: adComunica. Revista Científica de Estrategias, Tendencias e Innovación en Comunicación, nº15. Castellón: Asociación para el Desarrollo de la Comunicación adComunica y Universitat Jaume I, 297-300. DOI: http://dx.doi.org/10.6035/2174-0992.2018.15.17

Morant Marco, Ricardo y Martín López, Arantxa (2017).
Tatuajes urbanos, Los susurros, murmullos y gritos de la ciudad.
Valencia: Tirant humanidades.

Una primera acotación, necesaria y de relevancia especial, es hacer constar que el libro de Morant Marco, Ricardo y Martín López, Arantxa, Tatuajes urbanos, Los susurros, murmullos y gritos de la ciudad, no se puede comprender en todo su alcance y fundamentación si no se tienen en cuenta los trabajos realizados previamente (Morant: 2003, 2009, 2011, 2014; Morant, Martín: 2011, 2012, 2013, 2014) por los autores citados y cuyas referencias aparecen en la bibliografía del libro. Es decir, los contenidos de este trabajo tienen un largo y denso proceso de investigación que, sin duda, constituye el soporte básico de su garantía científica.

Este reseña, por su parte, pretende poner de relieve aquellas cuestiones que, a nuestro entender, pueden considerarse los ejes y núcleos de los resultados de la investigación a la que hace referencia el libro y entra la atención en los objetivos, el objeto de investigación, los contenidos, la estructura y las conclusiones de la obra.

Con respecto a los objetivos, y parafraseando a los propios autores, se puede afirmar que este libro pretende llamar la atención sobre la gran cantidad de mensajes que invaden el paisaje urbano y, a la vez, despertar una mirada reflexiva, detenida y analítica hacia los múltiples soportes expresados en un espacio a la vista de todos con la intención de impactar a su destinatarios tanto genéricos como específicos. En otros términos, se pretende «invitar […] a observar y no contentarse con mirar; a escuchar, en lugar de oír; y a disfrutar leyendo las calles de la ciudad».

Para cumplir con los objetivos aludidos, los autores afrontan la aproximación al objeto de estudio valiéndose de un corpus documental tan extenso como bien seleccionado e interpretado y que aparece reflejado en los diferentes macro y micro espacios en los que aparecen esos documentos escritos e icónicos, esto es, los suelos, los muros, el mobiliario urbano, los balcones y también la propia vestimenta transportan cada día a palabras que a veces inspiran conversaciones, adhesiones y posicionamientos diversos ante determinados asuntos de interés colectivo. Por más que el objeto más restringido hace referencia básicamente a los mensajes escritos espontáneamente por ciudadanos en las paredes y pavimentos del espacio urbano y, por ello, se han excluido, al menos de forma explícita, «los grafitis artísticos cuyos objetivos son completamente diferentes».

El estudio del objeto y, por tanto, el análisis e interpretación del corpus, que constituye el soporte fáctico y experimental, está estructurado a partir de la tipología espacial de los mensajes. Según afirman los autores: «Comenzaremos por los que se fijan sobre los suelos y muros que conforman el continente urbano: continuaremos con los que se deslizan por el mobiliario y los que se suben por los balcones a las viviendas particulares; y finalizaremos por los que se depositan sobre los ciudadanos mismos, incorporándose a su propio atuendo a las bosas y objetos que pasean».

Ahora bien, desde una perspectiva epistemológica, tanto la estructura como el desarrollo de los contenidos sigue unos supuestos principalmente lingüísticos o sociolingüísticos, aunque también están presentes, al menos implícitamente, algunos planteamientos procedentes de la Semiótica social, de la Sociosemiótica y de la Semiótica urbana.

Fruto de esa perspectiva es considerar el eje fundamental de todo el trabajo el análisis e interpretación de situaciones comunicativas aparentemente plurales por la peculiaridad de cada una de ellas en lo que respecta a los signos y símbolos, los mensajes, los espacios, los tiempos y, por supuesto, los emisores y los receptores o destinatarios.

No obstante, esas situaciones concretas y específicas tienen lugar en un marco global y complejo, el macrosespacio de la ciudad fragmentada en microespacios diversos (calles, muros, balcones, jardines o bancos, etc…) interconectados.

En efecto, afirman los autores, la ciudad no es «un espacio inerte», sino que se comporta y manifiesta como «un organismo vivo» que, sin duda, conecta con las investigaciones más vigentes actualmente, sobre todo, en el ámbito de la llamada Semiótica urbana. Es decir, «La ciudad habla, y lo hace con voces múltiples y a diferente volumen, que definen su personalidad y la de quienes la integran»; o, lo que es lo mismo, «La ciudad se escribe y reescribe de un modo continuo, mostrando a plena luz textos de procedencias muy diversas que, en algunas ocasiones, […]. La ciudad evoluciona día a día y nunca es igual a sí misma».

Por lo que respecta al análisis de esas situaciones comunicativas, los autores, como es lógico, centran su interés, principalmente lingüístico, en poner de relieve en los diferentes elementos o factores que interactúan en la dinámica comunicativa.

En primer lugar, los emisores y receptores, estos es, quiénes son los responsables de los mensajes y la intencionalidad e intereses patentes o latentes que pretenden transmitir a través de esos textos y, por supuesto, quiénes son los destinatarios o receptores ideales, reales y críticos. En ambos casos, por más que la propia situación comunicativa específica podrá conducir a pensar en emisores y receptores privados e individuales, esos documentos y mensajes tienen siempre un carácter eminentemente público dado que están siempre expuestos a ser contemplados e interpretados por cualquier persona que pasee por la ciudad y los observe con mayor o menor detenimiento y se sienta más o menos interpelado o incluso persuadido.

En segundo lugar, los contenidos y mensajes que marcan la interactuación propia de la dinámica comunicativa son considerados e interpretados muy adecuadamente por los autores como una crónica de lo que se pone de manifiesto en las calles a lo largo de estos últimos años, por más que pretendan llamar la atención especialmente «sobre la inmensa cantidad de mensajes que la ciudad exhibe y que, a pesar de estar a la vista de todos, solo son percibidos por algunos viandantes».

Por supuesto, esos mensajes están íntimamente unidos a los múltiples soportes a los que recurren los ciudadanos para expresar sus opiniones, emociones y sentimientos. En ese sentido, puede considerarse que la ciudad es un inmenso lienzo donde germinan miles de historias que se entrecruzan, donde crecen las palabras, donde se plasman escritos siempre cambiantes, cuya finalidad es transportar o exponer mensajes que revelan mucho acerca de una localidad y de quienes viven en ella, dejando al descubierto las características, inquietudes, aspiraciones, alegrías y penas y principales valores de ambos. Las calles se convierten, pues, cada día en la correa de transmisión de las voces de miles de ciudadanos anónimos que pueden considerarse «susurros, murmullos y gritos que definen, con su infinita riqueza de matices, la inmensa vida de la ciudad».

Los códigos o soportes a los que se ha aludido anteriormente son empleados por los autores de los textos urbanos tienen una gran variedad y, por más que en esta obra se tiende a incidir especialmente en los aspectos lingüísticos propios del lenguaje escrito, no se dejan de lado por su relevancia signos y símbolos de diferente naturaleza introduciendo algunas consideraciones de carácter más bien semióticas. En efecto, el lenguaje escrito es la base principal de los mensajes, pero, en muchos casos, ese lenguaje es complementado con el lenguaje icónico de la simbología propia de la interacción comunicativa que, de ese modo, adquiere mayor fuerza e intensidad comunicativa, semiótica y, en definitiva, cultural.

La estructura textual, como subrayan muy pertinentemente los autores del trabajo, es de una gran importancia y, quizás, merezca un trabajo más específico y extenso en algún momento. Es cierto que quien lea, observe, analice e interprete los discursos y mensajes que se plasman en los diferentes espacios urbanos estudiados puede constatar que «La ciudad es un inmenso lienzo donde germinan miles de historias que se entrecruzan» de tal manera que «Estos elementos del paisaje urbano cobran vida contando retazos de vivencias personales y desvelando sentimientos que afloran a la superficie. Algunos de los mensajes que cubren esta áreas pretenden informar sobre un determinado acontecimiento, que puede ser desde la celebración de una ceremonia (boda) hasta una huelga».

Por eso mismo, se pueden encontrar construcciones narrativas, formas descriptivas y hasta formatos expositivos y argumentativos a través del lenguaje escrito y, por supuesto el icónico. A modo de ejemplo, los autores de este libro estudian detalladamente la estructura narrativa cuyo mensaje es el amor con protagonistas principalmente individuales y mensajes de carácter diferente en torno a las declaraciones amorosas plasmadas en múltiples espacios en los que se construyen diferentes relatos, a veces de carácter eminentemente tópicos.

A modo de resumen y conclusión general, esta obra, tan breve como densa, tiene, en cierto modo, un carácter pionero tanto por sus contenidos como por su perspectiva de estudio que está construida en torno a diferentes situaciones comunicativas. En segundo lugar, posee una base documental extraordinaria que solo en parte ha sido empleada en este caso y, por tanto, puede ser desarrollada y ampliada en obras posteriores. En tercer lugar, asume una perspectiva de estudio fundamentalmente descriptiva y lingüística construida a partir de la delimitación de las situaciones comunicativas y contemplando su estructura y dinámica lingüístico-comunicativa. Finalmente, como soporte epistemológico de todo el libro, los autores asumen una concepción, quizás restringida por la perspectiva lingüística dominante.

Precisamente por eso, y como se ha intentado poner de relieve en esta reseña, parece importante invitar a los autores que completen y desarrollen los contenidos de esta obra recurriendo a los supuestos y planteamientos provenientes de los especialistas, fundamentalmente de tradición francesa e italiana, que están llevando a cabo estudios que se enmarcan en el ámbito general de la Semiótica y, más específicamente, la Semiótica social, la Sociosemiótica y, más específicamente, la denominada Semiótica urbana.