Cómo entiendo la investigación
en, de y sobre la comunicación

José Luis Piñuel
Universidad Complutense de Madrid

Referencia de este artículo

Piñuel, José Luis (2018). Cómo entiendo la investigación en, de y sobre la comunicación. En: adComunica. Revista Científica de Estrategias, Tendencias e Innovación en Comunicación, nº15. Castellón: Asociación para el Desarrollo de la Comunicación adComunica y Universitat Jaume I, 289-291. DOI: http://dx.doi.org/10.6035/2174-0992.2018.15.15

Al plantearse las actividades intelectuales y experimentales desarrolladas con el propósito de aumentar los conocimientos sobre una determinada materia, que en este caso es la Comunicación, puede uno preguntarse cuáles diferencias se derivan al cambiar las preposiciones que hayan de preceder al término de la «comunicación». En concreto ¿Da lo mismo «investigar o investigación en comunicación», que decir «investigar o investigación de la comunicación», que «investigar o investigación sobre la comunicación»? Es obvio que antes de adelantar respuesta alguna a estas cuestiones, se debe reparar en la noción de «Comunicación» en el contexto de las ciencias y de la atribución de validez respeto a los conocimientos que ellas proporcionan.

A este propósito, la pregunta es: ¿qué ocurre en el ámbito de la epistemología científica con la Comunicología? Por las ciencias de la naturaleza hemos llegado a comprender cómo la comunicación permite a los seres vivos ir configurando un dominio de existencia propio, gracias a las habilidades comunicativas evolutivamente adquiridas por la especie aprovechando las oportunidades que les brinda el entorno; y por las ciencias humanas hemos llegado a comprender cómo la comunicación llega a ser un comportamiento específico determinante en la evolución del individuo, en su maduración personal y social, pero también en la construcción de identidades, hábitos, escenarios e imaginarios sociales sin los cuales ni el conocimiento compartido, ni las relaciones humanas en sociedad se pueden reproducir; hemos llegado a comprender cómo también la comunicación es el universo respecto al cual adquieren vida y vigencia las reglas del lenguaje, las normas de la lengua y los discursos expresivos pero que, recíprocamente también, reglas, normas y discursos contribuyen a enriquecer y reproducir el universo de la comunicación; también por la Arqueología y las ciencias etnográficas, hemos llegado a comprender cómo la escritura y su evolución cultural genera una dialéctica entre comunicación y lenguaje que promueve la reproducción del conocimiento socialmente vigente, de generación en generación y que con la experiencia de la escritura llega el titubeo sobre la mejor adecuación entre expresiones y representaciones, y que estas dudas aparecen tanto si se considera el desarrollo del individuo, como la evolución de las culturas, y están en el origen de los discursos que socialmente se imponen para garantizar el conocimiento seguro con sus criterios de «verdad», tanto míticos como científicos, los cuales van cambiando históricamente cuando se aplican para ubicar en el tiempo y el espacio el acontecer de la comunidad propia y de las ajenas; y, cómo, finalmente, la reflexión científica sobre la comunicación como objeto de estudio, ha llevado a repensar el orden natural y el orden social desde la propia práctica social de la comunicación.

Existe así el reto epistemológico de enfrentarse, primero, a cierta excesiva acumulación de saberes que atañen a la comunicación como objeto material de estudio; y este empeño posiblemente ha obligado a los profesores de la materia a repasar los saberes que actualmente la biología, la psicología, la lingüística, la filosofía, la historia y la sociología aportan al estudio de la comunicación animal, de la comunicación humana y de la comunicación social; también a veces se plantea examinar tales aportaciones procurando completarlas hasta constituir un campo de estudio: el de la comunicación.

Por consiguiente, las alternativas de la investigación en, sobre y de la «Comunicación» adquieren significados y dimensiones distintas tanto para enfocar el objeto de estudio, como para examinar la utilidad y el rendimiento sociales de estudiarlo procurando describirlo, primero, según variables y categorías; explicarlo, después, proponiendo modelos susceptibles de ponerse a prueba; valorar, a continuación, los modelos puestos a prueba; y, finalmente, servirse de los modelos mejor valorados para intervenir en el curso del acontecer transformando el objeto de estudio en busca de beneficios.

Si se habla de la investigación y/o de los investigadores en comunicación, se trataría entonces de la Comunicación como un campo de estudio en el que se eligen objetos de interés para ser descritos, explicados, valorados y, si es posible, modificados buscando un rendimiento.

Si se habla de la investigación y/o de los investigadores sobre la comunicación, se trataría entonces de la Comunicación como un objeto de estudio cuya estructura interesa describir, explicar, evaluar y, si es posible, transformar en busca de algún rendimiento.

Si se habla de la investigación y/o de los investigadores DE la comunicación, se trataría entonces de la Comunicación como una disciplina de estudio cuyas teorías, métodos y técnicas de elaboración, registro y tratamiento de datos susceptibles de ser descritos, explicados, valorados y, si es posible, modificados buscando un rendimiento, constituyen un «saber» y un «hacer» expertos con reconocimiento social.

Pues bien, el reto que asumo aquí es responder en cuál categoría nos incluimos como investigadores universitarios en, sobre y de la Comunicación.

El proyecto MapCom (ref. CSO2013-47933-4C), que he tenido inmerecido honor de coordinar, lanzó recientemente una encuesta a un censo constituido por cerca de 2.500 investigadores de la comunicación, registrados como doctores y estudiantes de doctorado en centros universitarios españoles con titulaciones de Grado y Postgrado en las carreras de Comunicación, invitándoles a responder un formulario en línea diseñado para conocer los perfiles de su identidad profesional y académica, así como la percepción sobre su estatus y su práctica investigadora. Pues bien, según los resultados estadísticos de las respuestas a esta encuesta, mayoritariamente nos vemos como investigadores EN la comunicación que, sobre todo, aspiramos a describir aspectos de la comunicación mediática, y que por el momento todavía nos hallamos algo lejos de ser investigadores DE la comunicación como una disciplina de estudio cuyas teorías, métodos y técnicas de elaboración, registro y tratamiento de datos, por su rendimiento, nos van aproximando a un «saber» y un «hacer» experto con reconocimiento social. O dicho con menos palabras, somos los investigadores en la comunicación como campo de estudio, todavía en proceso de lograr que la investigación sobre comunicación como objeto de nuestros análisis, nos llegue a convertir ojalá pronto en expertos de una disciplina con reconocimiento social.